ElÁngel Quesada es un joven de Sabadell que actualmente estudia de Comunicación Audiovisual. Llegar a la universidad no ha sido fácil y es que creció en un entorno vulnerable debido a la pérdida de su madre y su hermana. «Nacer en una familia desestructurada me ha hecho evolucionar y madurar antes de tiempo», admite.
En este trayecto ha contado con referentes importantes que le han ayudado a avanzar: ha sido uno de los miles de niños y jóvenes que han participado de programa CaixaProinfancia. “Me han ayudado a encontrar mi sitio, a educarme en valores y, sobre todo, a convivir con compañeros y compañeras”, explica.
Más de 58.000 niños y adolescentes atendidos en 2020
Este programa de la Fundación “la Caixa” tiene como objetivo romper el círculo de la pobreza que se transmite de padres a hijos y ofrecer oportunidades de futuro a los más pequeños. En 2020 se atendieron más de 58.000 niños y adolescentes de 35.000 familias. Fue posible gracias a la labor de 400 entidadesque trabajan en red y se encargan del trato directo con las familias, priorizar las ayudas y realizar un seguimiento de cada caso.
CaixaProinfancia se dirige a familias con menores entre 0 y 18 años en situación de pobreza y exclusión social. Se trabaja en el ámbito educativo -refuerzo y equipamiento escolar, centros abiertos, campamentos…- y también en salud -alimentación e higiene infantil, gafas y audífonos, apoyo psicológico- con estos objetivos:
Favorecer el desarrollo de las competencias de los niños y adolescentes y sus familias que permitan mejorar sus procesos de integración social y autonomía.
Promover el desarrollo social y educativo de la infancia y la adolescencia en el contexto familiar, escolar y social.
Desarrollar e implementar un modelo de acción social y educativa integral que contribuya a mejorar las oportunidades de desarrollo social y educativo de la infancia y sus familias.
Contribuir a sensibilizar y movilizar a la sociedad en la erradicación de la pobreza infantil.
Más allá de la voluntad
Más allá de la voluntad
«Donde hay voluntad, hay camino»? ¿Es cierta esta frase atribuida al científico Albert Einstein y también al rapero estadounidense Tupar Shakur? Mayte Celeiro, educadora social y coordinadora territorial de CaixaProinfancia, está de acuerdo, pero destaca que también se necesitan referentes, condiciones, apoyos… “y no siempre se tienen”. «La voluntad siempre es importante, pero no es condición suficiente», añade Laia Cortésasesora pedagógica y coordinadora del programa Tienes Talento de la Fundación «la Caixa».
Celeiro y Cortés reflexionan sobre «oportunidades» en el podcast Voces del progreso. También participa Ángel Quesada, el estudiante de Comunicación que años atrás fue usuario de CaixaProinfancia. El joven destaca la importancia de los “referentes”, aquellas personas que ayudan a construir este camino en un contexto adverso de barreras culturales, geográficas o socioeconómicas. «Es mucho más difícil si naces en un barrio o ciudad empobrecida», alerta.
Ambas expertas coinciden en la cuestión de la resiliencia. «Hay niños y niñas que tienen una capacidad muy elevada de sobreponerse a situaciones muy complicadas, pero otros no, y esto hay que tenerlo en cuenta», explica Laia Cortés. En este sentido, señala el acompañamiento, la familia, los educadores y el marco en el que se mueven, en otros, como factores clave.
CaixaProinfancia, en palabras de Maye Celeiro, debe asumir “toda la acción compensatoria” para que los niños en situación de vulnerabilidad puedan realizar el “camino completo”. “Debemos garantizar que conozcan otra mirada. Ellos han conocido una realidad, pero hay otras”, añade Cortés. En este sentido, señala que el primer paso para salir del círculo de la pobreza es favorecer a este cambio de mentalidad en cuestiones como la gestión de los conflictos. «Debemos luchar por nuestro futuro y aprovechar todas las oportunidades que nos da la vida», concluye el joven Ángel Quesada.
La pandemia ha aumentado las brechas de la pobreza
La crisis provocada por la pandemia ha provocado elempobrecimiento y una mayor precariedad de muchas familias, especialmente las que ya estaban en el umbral de la pobreza o en situaciones muy cercanas. En este sentido, uno estudio ha analizado los efectos de este bache entre las familias beneficiarias del programa CaixaProinfancia.
Los datos avalan la percepción: la pandemia ha aumentado las diversas brechas que la pobreza provoca entre las familias en función de su origen socioeconómico: digital, parental, escolar, relacional y de aprendizaje.
CaixaProinfancia atendió a 58.000 niños en 2020. Foto: Fundación «la Caixa»
La reducción de ingresos se ha traducido también en nuevas situaciones deinseguridad alimentaria. Más del 25% de familias asegura tener dificultades para conseguir alimentos casi cada día o muy a menudo, una cifra que llega al 41%, según la percepción de los profesionales que las tratan. Más de la mitad, además, han tenido dificultades para disponer de material de prevención de la Covid-19, como mascarillas y productos desinfectantes, y un 25% las han tenido la mayor parte de los días.
El impacto emocional y el desajuste de horarios familiares ha supuesto que una de cada tres familias hayan empeorado las rutinas de alimentación y sueño. También se ha producido un gran incremento de horas de conectividad y exposición a las pantallas, aumentando los riesgos oculares y de sedentarismo, así como de aislamiento social. En este sentido, uno de cada cinco niños y adolescentes del programa destina más de 6 horas diarias a este tipo de consumo. Por el contrario, uno de cada cuatro ha dejado de realizar actividad física –tanto por la limitación de espacios como por la suspensión de extraescolares-, en un contexto donde un 20% ya no realizaba.
El exceso de pantallas contrasta con la brecha digital. Una de cada cinco familias no dispone ni de ordenador ni de tableta, lo que prácticamente imposibilita realizar tareas escolares on line. El 30% no dispone de wifi -ni compartido ni público- y hasta un 50% de los niños tienen dificultades relevantes para conectarse con los centros educativos y realizar los deberes y trabajos. Por último, aunque el 90% de los adultos analidades se declaran competentes para comunicarse mediante el uso de tecnologías, el 40% se considera incapaz en el uso de las aplicaciones educativas de sus niños.