La apertura del túnel de Glòries para regular el acceso de vehículos a Barcelonaque debía poner fin a un problema estructural en la capital catalana, ha resultado ser un lío. En los dos primeros días laborables de funcionamiento, la nueva vía de entrada a la ciudad ha dejado imágenes de colapsoespecialmente en horas punta.
No era nada que no estuviera previsto –el Ayuntamiento ya advirtió el domingo que en días laborables habría retenciones-, pero sigue poniendo sobre la mesa, al menos, un error de planificación. Las largas colas para acceder a la capital catalana desde el Besòs se producen por la reducción de carriles y un semáforo en la salida del túnel. Todos los días entran desde la C-31 más de 40.000 vehículos. Este lunes, hasta las seis de la tarde, sólo habían podido circular por él. 25.500 coches, según datos municipales.
El futuro en el uso del túnel, una vez demostrado que no ha solucionado las retenciones para entrar en la capital catalana, es incierto. El gobierno municipal ha abierto la puerta a ajustar semáforos y ha advertido que controlará la vía para evitar infracciones, pero no prevé cambios mayores, al menos por ahora. El túnel es uno de los proyectos estrella del mandato: culmina por el gobierno deAda Colauaunque la iniciativa de reforma del espacio viene de lejos.
Las obras empezaron en abril de 2015, dos meses antes de que la actual alcaldesa de Barcelona accediera al cargo. De hecho, fue todavía bajo el mandato de Xavier Trias que el proyecto se puso en marcha. Las obras debían terminar en mayo del 2017, pero durante el proceso se han ido produciendo retrasos, también vinculados a la adjudicación de los contratos -con el caso 3% de por medio. Todo ello ha hecho que el proyecto esté en pleno funcionamiento casi cinco años después de lo previsto y con un coste de más de 200 millones de euros.
Esta cifra millonaria se suma a las inversiones históricas que ha habido en la zona de Glòries para intentar solucionar un problema que la capital catalana arrastra desde hace décadas, casi desde los años 60. Pero el gran macroproyecto en esta zona fueolímpicoel 1992encabezado por el expresidente y entonces alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall. El desaguisado de vías que se había generado durante los últimos 30 años se sustituyó por una doble anilla -una de entrada y una de salida- que alojaba al conocido como parque de Glòries.
Unos años después, sin embargo, el proyecto del doble eslabón -que en un principio fue útil- empezó a quedar obsoleto: el aumento del uso del automóvil colapsaba la vía y crecía la fuerte oposición vecinal. Es en ese momento que se impulsa la creación de una nueva entrada en Barcelona, que da el primer paso con el Compromiso de Glòries, en 2007. En los años posteriores se empieza a desmontar el doble eslabón y se inicia la construcción del doble túnel. Todo ello en medio de obras y señalizaciones provisionales que han acompañado a la entrada a Barcelona durante casi 15 años. Y, de nuevo, sin que por el momento se haya encontrado la solución definitiva. Al menos, para evitar las retenciones.
La oposición arremete contra el gobierno municipal
Ante este escenario de congestión, la oposición aprovecha para cargar contra la gestión del gobierno municipal, una munición que no debe desvincularse de la cuenta atrás hacia las elecciones municipales del 2023. La presidenta del grupo de Juntos en el Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadiha tildado la situación de «surrealista«. «Inauguras una infraestructura y genera caos, es el mundo al revés», afirmó en las últimas horas. Artadi también recordó que muchos de los ciudadanos que cogen el coche no lo hacen por «capricio», y lamentó que comunes y socialistas hayan tratado el tema con tan «poco rigor».
Desde Ciudadanosla concejala Luz Guilarte criticó a través de Twitter el «colapso» que se ha generado en la zona, con colas «de más de dos kilómetros». «Siete años de obras, más de 100 millones de euros invertidos por una solución que es el trasero de botella y que aumenta la contaminación«, ha declarado. En este sentido, Guilarte ha cargado contra Colau y el PSCa quien considera responsables de haber convertido la movilidad en «uno de los principales problemas de Barcelona».
En la misma línea se ha expresado el concejal del PP, Josep Bou, que también ha cuestionado el coste y el tiempo de ejecución de las obras. «El día en el que se abre el túnel hay más colas y, en consecuencia, más congestión y contaminación», lamentó, «el modelo de Colau y Collboni es colapsar Barcelona, felicidades por este nuevo desastre».
La propuesta de ERC
El principal grupo en la oposición del consistorio, ERC, apuntó que se trata de una situación de congestión «previsible pero también evitable». En este sentido, los republicanos proponen que se permita a los Vehículos de Alta Ocupació (VAO) circular por el carril bus, como ya ocurre en la C-31. Así, ERC ha presentado un ruego de urgencia a la alcaldesa para que el gobierno municipal se comprometa a extender hasta el túnel de Glòries el carril bus-VAO de la C-31 de Badalona.
Actualmente, en carril bus-VAO de la C-31 se permite la circulación de los vehículos con dos ocupantes o más, conductor incluido, de acuerdo con la información del Servicio Catalán de Tráfico. Según el ruego, extender este carril permitiría también maximizar la utilidad pública de la inversión realizada y promover un uso más eficiente del vehículo privado. Precisamente, la adaptación de este carril VAO en sólo carril bus ha sido uno de los principales inconvenientes que ha dado pie a las retenciones de estos dos primeros días de funcionamiento del túnel.