Si bien todos los establecimientos reconocen que el coronavirus ha condicionado su actividad durante los dos últimos años,impacto de la pandemia ha sido heterogéneo. «Esperamos que este año sea mucho más positivo, porque la gente ya tiene cuello abajo que estamos en pandemia», explica Frigola, desde su tienda ubicada en el barrio de Sant Antoni de Barcelona.
«Sigue habiendo preocupación por la Covid-19, pero la situación se empieza a normalizar; […] desde principios de septiembre hemos empezado a notar que la actividad económica se ha ido normalizando, y esperamos superar las ventas del año pasado», añade. De hecho, Frigola se muestra optimista y opina que su negocio también superará» entre un 15% y un 20%» volumen de ventas registrado durante la campaña de rebajas de 2020, la última antes del estallido de la pandemia.
Su opinión contrasta con la gerente de la tienda Queisalós, situada en el barrio del Raval de Barcelona, donde afrontan la campaña de rebajas «con bastante incertidumbre» por estar ubicados en una zona más céntrica. «La gente tiene más miedo a moverse por el centro, porque es el punto donde se acumulan más personas y donde se agarra más el transporte público para desplazarse», comenta Julià. Por esta tendera, la pandemia «condiciona mucho» y lamenta la falta de ayudas que han recibido los pequeños comercios por parte de la administración.
De hecho, en los últimos meses, puntos como el Raval han sufrido una nueva ola de cierres. Así lo asegura el técnico del eje comercial del barrio, Jordi Bordas. «Desde el último mes de octubre hasta ahora nos han cerrado un 4% más de comercios que el pasado año», explica. En calles como la de Sant Pau, por ejemplo, en las últimas semanas han bajado la persiana hasta 15 de los casi 60 negocios que había. «El problema es que la mayoría del comercio está muy endeudado […] y ahora ya no tiene cajón», subraya.
En cuanto a la campaña de rebajas, Bordas opina como la gerente de la zapatería Queisalós. «Muy optimistas no somos, porque diciembre ha sido malo; las restricciones y la falta de ayudas hacen que la gente no salga a comprar», apunta. En este sentido, Bordas, lamenta que la campaña de rebajas sólo beneficia a las grandes empresas y que la gente acude cada vez menos al comercio de proximidad.
Pese a la crisis de suministros, el pequeño comercio ha optado por la prudencia y ha sido conservador en lo que se refiere a la acumulación de stocks. «El año pasado nos sobró mucho producto; pienso que este año los comerciantes nos hemos reservado un poco», comenta Frigola, recordando que la temporada anterior el comercio vendió menos productos por no poder abrir en fin de semana debido a las restricciones. En cuanto a las promociones, explica que las de este año son más o menos similares a las de años anteriores, con descuentos de entre el 20% y el 40% y hasta el 50% en las piezas que tienen menos salida .
En el caso de la zapatería Queisalós, aparte de las rebajas en la tienda física también han puesto en marcha nuevos canales para compensar la caída de ventas. «Hemos abierto un canal de compras vía WhatsApp, donde también ofrecemos asesoramiento, y un canal de venta online; esto nos ayuda un poco», apunta Julià. Aunque la incertidumbre sigue condicionando el día a día de la mayoría de establecimientos, todos confían en que de la situación epidemiológica mejorará cara a la primavera y que la gente finalmente volverá a hacer vida normal.