La cumbre de Glasgow sobre la emergencia climática no sirvió para llegar a un acuerdo satisfactorio a la hora de reducir emisiones y transitar hacia un modelo más sostenible, pero sí evidenció la necesidad de remediarlo. El entendimiento, en esencia, supuso un paso para reducir el carbón, pero no se habla de eliminarlo. Este matiz, importante, se quisieron incluir la China y elIndia, que todavía consumen mucha energía basada en el carbón. El texto habla de «reducción progresiva de la energía del carbón», pero se evita la idea de «eliminarlo» a pesar de las reticencias de la Unión Europea y Suiza, que finalmente tuvieron que aceptar. Los países también acordaron impulsar acción climática y aprobaron las reglas del artículo 6 para crear un marco de trabajo para los mercados globales del carbono.
En Cataluña, el Gobierno liderado por Pedro Aragonés ha situado a la «revolución verde» como una de las prioridades del mandato, y por eso se ha comprometido a descarbonizar Cataluña en el 2050. Esto sólo puede cumplirse si se apuesta por las energías renovables, uno de los propósitos que hay detrás del nuevo decreto aprobado en el Parlament gracias a la alianza del ejecutivo con los comunes. El marco legal vigente pretende que el territorio tenga más peso en la toma de decisiones sobre los proyectos, pero tampoco acaba de generar unanimidad.