Si hace unos años le hubieran dicho que se convertiría en la portavoz nacional del sindicato mayoritario en la enseñanza -la’USTEC-STEs-, Yolanda Segura se hubiese echado a reír: «Nunca había milidad en movimientos sociales y menos aún en sindicatos», comenta. Ésta bagenca de 50 años («Nací en Barcelona, pero de pequeña vine a vivir a Castellbell y el Vilar, después a Manresa y ahora a Santpedor», dice) tenía otros intereses y prioridades. Para empezar, una hija «que ahora ya tiene 16 años», pero también una gran vinculación con el mundo del cantola interpretación y la danza: forma parte de una bandada y había rodeado por varias compañías. «Ahora no porque no tengo tiempo, pero cuando deje de ser portavoz de USTEC me gustaría volver a cantar», confiesa.
Maestra vocacional, Segura explica que cuando tuvo que escoger carrera, puso el periodismo y la comunicación audiovisual de primeras opciones. Siempre le ha gustado mucho hablar y expresarse. «Suerte que no entré [per nota]porque ahora que veo cómo funciona el mundo de la prensa y no me acaba de convencer», reconoce. Su carrera siempre ha estado vinculada alenseñanza pública: empezó en Navarcles y después de pasar por San Juan de Vilatorrada, la Pobla de Lillet y Sallent, acabó en Calders, donde estuvo ocho años, hasta el curso 2018-2019, momento en el que le ofrecieron ser jefe de filas de USTEC en las elecciones sindicales de 2019. Los conflictos en la enseñanza por el nuevo calendario, la falta de recursos y el catalán le han dado notoriedad, así como la convocatoria de diversas huelgas y protestas.
– ¿Cómo es que se lo proponen?
– Porque era muy activa en el grupo de Facebook que tenían: me gustaba dar mi opinión, resolver dudas… Y lo clisaron. Un buen día, el anterior portavoz de USTEC, Ramon Font, vino a verme a Calders para tantear el terreno.
– ¿Se lo pensó mucho antes de aceptar?
– No mucho. Me apetecía cambiar de aires y dejar las aulas un tiempo, a pesar de saber que lo que me esperaba sería sinónimo de no tener vida, prácticamente.
– Su presencia en los medios estos meses es constante, ciertamente…
– ¿Sabes cuántas veces he tenido que anular la hora de la peluquería? Es un trabajo que requiere mucha dedicación y también una gran responsabilidad, ésta de representar a todo un colectivo. Y yo me lo tomo muy en serio. Al principio se me hacía una montaña; ahora ya lo tengo más por mano.
– ¿Le cuesta salir de Iolanda para encarnar el papel de portavoz?
– La verdad es que no. Sí que es cierto que a veces he divergido algo de lo que he tenido que defender en nombre del sindicato, pero en muy pocas ocasiones. Con lo que me he encontrado es con mucha gente que no entiende que no es Iolanda Segura quien habla, sino la representante de un sindicato.
«Cambray está actuando a la desesperada, llamándonos constantemente para hacernos propuestas que no son suficientes. Ya veremos si termina el año»
– El sujeto que se critica es usted y no el USTEC, entiendo.
– Es curioso porque cuando las cosas van bien se felicita al sindicato, y cuando van mal, los reproches tienden a ir más a mí.
– ¿Y le molesta?
– Como de entrada sabía que podía pasar, no me hago mala sangre. Es más: soy de la opinión que tanto si hablan bien como mal de ti, significa que vas por el buen camino, que no eres indiferente.
– ¿Con el señor Cambray también debemos aplicarla esta teoría?
– Lo que es evidente es que su actitud no deja a nadie indiferente. Ahora mismo está actuando a la desesperada, llamándonos constantemente para hacernos propuestas que no son suficientes. El departamento de Educación está muy debilitado: quizás no ha trascendido a los medios, pero hay muchos nervios. La figura del conseller se está desgastando mucho. Ya veremos si termina el año…
«Lo que queremos por encima de todo es recuperar nuestros derechos laborales»
– ¿Sería una victoria que dimitiera?
– Dijéramos que no es el objetivo principal. Lo que queremos por encima de todo es recuperar nuestros derechos laborales. Ya dijimos que había una línea roja que no se podía pisar, que es la de recuperar, antes de que comience el curso 2022-2023, el horario lectivo de antes de los recortes. En ese momento pasamos de hacer 23 horas en primaria y 18 en secundaria, a hacer 25 y 20. Después de muchas negociaciones, en 2017 nos devolvieron una, con el compromiso de que también recuperaríamos la otra. Estamos en 2022 y lo más caliente es en el fregadero.
Iolanda Segura entró en el sindicato en el marco de las elecciones de 2019 Foto: AFT
– Si esta reivindicación que hace tanto tiempo que se reclama todavía no ha llegado a buen puerto, ¿qué va a pasar con las que son más recientes?
– A diferencia del retorno al horario lectivo previo a los recortes de 2010 (que debe hacerse efectivo sin más demora ni debate), el resto de demandas las queremos negociar una por una, empezando por la de la reducción de las ratios y el aumento de los recursos humanos en los centros educativos, y siguiendo por la de la retirada del nuevo calendario escolar.
«¿En qué nos beneficia empezar el 5 de septiembre si las carencias del sistema siguen sin resolverse?»
– ¿Hay alguna más urgente que otra?
– Todas van muy atadas. Por un lado, y como ya hemos ido viendo las últimas semanas, nos encontramos con que resulta que para que la jornada intensiva de septiembre no suponga un quebradero de cabeza para las familias, el departamento ha decidido destinar una partida de 40 millones de euros que no estaba ni presupuestada a pagar empresas privadas para que ofrezcan extraescolares.
Pero resulta que cuando tú les pides más personal para atender a niños con necesidades específicas de apoyo educativo, te responden que no saben si podrán asumirlo. Esto es muy grave; ¡estamos hablando de una discriminación flagrante! Hay quien celebra que las clases empiecen el 5 de septiembre. Y yo les pregunto: ¿en qué nos beneficia este cambio si las carencias que tiene el sistema educativo siguen sin resolverse?
– Parecía que se quejaban, sobre todo, porque se negaban a trabajar durante julio…
– Es uno de los puntos, también. Pero no es una queja gratuita para que no tengamos ganas de trabajar. Debemos pensar que nuestra realidad es que el día 1 de septiembre, la gran mayoría de escuelas de este país no tienen ni idea de quién va a conformar la totalidad de la plantilla. Y es que hasta finales de agosto, las personas sustitutas viven con la incógnita de dónde irán a parar. Y hay muchas a las que se les nombra el primer día lectivo, que significa que entrarán a trabajar sin haber tenido ningún tipo de contacto previo con el centro. ¡No hay tiempo para ponerlos al día! ¡Es inviable! Y más ahora que las plazas Covid desaparecerán…
«La clase política vive en un mundo aparte, con sus mafias y sus pactos»
– Esto se traducirá en menos personal, entiendo.
– Correcto. Justo ahora, en ese momento en que todo va volviendo a la normalidad prepandémica, va y nos retiran las ayudas que con tanta contundencia habían evidenciado esta falta de recursos humanos en el aula. Y que haya menos gente significa, también, que habrá ratios mucho más altos. Pero eso, el señor Cambray y compañía ni lo contemplan: ellos sólo piensan en medidas que sean «transformadoras en la educación», dicen, «para cambiar el paradigma». Mucha teoría y poca humanidad. Es cierto que la clase política vive en un mundo aparte, con sus mafias y sus pactos.
– Si en vez de un hombre, ¿quién encabezara la conselleria de Educación fuera una mujer, cree que las cosas irían diferente?
– No sé, porque Patricia Gomà [secretària general de la conselleria] actúa en una línea muy similar a la del actual consejero. Y como ella, el resto de personas que le rodean, que no han pisado un aula en su vida y que están más preocupados por teorizar que por apagar los fuegos reales. Ha sido esta actitud la que ha ido haciendo crecer la indignación hasta el punto de que gente que nunca se había movilizado, participó de las huelgas.
«El sector docente necesitaría más conciencia colectiva. Tendemos a centrarnos sólo en lo que nos pasa a nosotros y no empatizamos con el resto»
– Hablando de huelgas, han convocado a cuatro más durante mayo y junio. ¿Creen que serán tan exitosas como las de marzo, teniendo en cuenta que por cada jornada de huelga los docentes pierden unos 100 euros del sueldo?
– Lo que tenemos comprobado es que cuando hacemos propuestas que no están enmarcadas en una huelga, la gente no participa. Sólo sale a la calle cuando hay huelga, porque es cuando nos tocan el bolsillo. Es triste, pero es así: cada vez somos más individualistas. Al igual que en la mayoría de ámbitos, el sector docente necesitaría más conciencia colectiva. Tendemos a centrarnos sólo en lo que nos ocurre a nosotros y no empatizamos con el resto.
– ¿Quiere decir que esto no es una tendencia social general?
– Sí, sin duda. Pero ahora que estoy dentro del USTEC, me doy cuenta de que hay mucha gente que cuando entra a trabajar en un sitio, enseguida se afilia en un sindicato. Es como si se tuviera un sentimiento más sólido de pertenencia a una comunidad, se hace más piña… En nuestro ámbito la sensación es que cada uno va más por libre, velando sólo por lo que les afecta directamente.
«Cuando hacemos propuestas que no están enmarcadas en una huelga, la gente no participa. Sólo se sale a la calle cuando hay huelga»
– Cada escuela es un mundo.
– Evidentemente, nada tiene que ver un centro de alta complejidad del Baix Llobregat que una escuela de un pueblo de montaña. Las circunstancias son completamente distintas y muchas veces lo que vemos es que la gente que trabaja en centros aislados y paradisíacos, no sale a reivindicar los derechos de sus compañeros que sí tienen realidades complicadas.
«Como maestros debemos ser muy conscientes de que no podemos cambiar de lengua cuando nos dirigimos a según qué alumnos»
– Ahora que dice realidades complicadas, la de la inmersión lingüística parece estar tocada de muerte por la acción de los tribunales.
– Si ahora ya tenemos un índice del uso del catalán en las escuelas muy bajo, si se aplica ese 25%, los datos serán alarmantes. Pienso que como maestros debemos ser muy conscientes de que no podemos cambiar de lengua al dirigirnos a según qué alumnos. Debemos dar al catalán el prestigio que se merece. De hecho, si no hablamos catalán al alumnado, lo que estamos haciendo es discriminarlo y no ofrecerle las mismas oportunidades que el resto de estudiantes que lo conocen y hablan asiduamente. En definitiva, les estamos privando de adoptar el catalán como una lengua propia.