30 kilómetros separan las playas de Wimereux y Ambletouse al norte de Francia de la costa deInglaterra. Desde estas dos poblaciones francesas se ven de noche las luces del faro rojo de Dungueness en la costa inglesa, y durante el día los acantilados blancos cerca de la ciudad británica de Dover, que brillan cuando les da el sol.
¿Qué ocurre entre esta frontera marina entre Francia e Inglaterra? Pues concretamente más de 28.000 personas, que han cruzado el Canal de la Mancha en todo ese año en pequeñas embarcaciones. La cifra del año anterior había sido de 8.500, lo que pone en perspectiva cómo ha empeorado la situación migratoria.
Un millar de personas malviven en el campamento de Grande-Synthe (Francia) esperando poder ir al Reino Unido Foto: Sergi Cámara
Sólo en una semana del pasado septiembre atravesaron el Canal más de 1.500 personas. Y a finales de agosto hubo un récord de más de 828 migrantes sólo en un día. Para ellos, sólo es un paso más en una amplia travesía por el mundo. Algunas fueron rescatadas en el Mediterráneo y después atravesaron los Alpes para dirigirse hacia el norte de Francia. Otros vienen de la ruta de los Balcanes, sufriendo abusos en las fronteras de Croacia y haciendo un largo camino.
La mayoría de los migrantes provienen de Irán, Irak, Afganistán o el Sudán. Países en conflicto en los que hay guerras y persecución política. «Los inmigrantes ven desde aquí a Inglaterra, es normal que quieran ir si éste es su destino final después de un recorrido tan largo», comenta un ciudadano de la ciudad francesa de Wimereux.
FOTOS Cruzar el canal de la Mancha por una vida mejor
Un policía que patrulla en la madrugada la playa deSlack -también en Wimereux- reconoce la poca capacidad de operación que tienen: «También somos humanos, pero sólo somos tres agentes; sólo podemos avisarles del peligro que supone». El propio policía admite entender la actitud de los migrantes porque «ven su destino final con los ojos», en referencia a Inglaterra.
Y qué dice el Reino Unido? La ministra de Interior del país quiere permitir que la Fuerza Fronteriza pueda recular las barcas de migrantes en determinadas circunstancias. La respuesta francesa, sin embargo, fue acusar al Reino Unido de «chantaje«. Y es que a principios de este año los británicos se comprometieron pagar más de 75 millones de dólares en Francia para aumentar el número de patrullas costeras y el control en las zonas fronterizas.
Una barca se dirige hacia el Reino Unido en plena noche desde las costas francesas Foto: Sergi Cámara
Ahora bien, mientras tanto, la ministra inglesa ha dado luz verde porque una fuerza especial se entrene para forzar las pateras a dar media vuelta antes de que lleguen a las costas del sur de Inglaterra. La estrategia sólo se utilizaría en «momentos puntuales», para las embarcaciones grandes y cuando se considere seguro hacerlo. Francia opone y el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, defiende que «salvaguardar vidas humanas en el mar es una prioridad». El conflicto diplomático entre los dos estados europeos sigue bien vivo.
El negocio detrás de la crisis
Mientras los países se discuten, el negocio detrás de la crisis migratoria sigue en marcha. El modus operandi es el siguiente: los que organizan los viajes clandestinos -al fin y al cabo, traficantes-, llevan a los refugiados en furgonetas desde Calais hasta la costa francesa, en unos 30 kilómetros por carretera.
Los dejan de noche entre las dunas que hay frente a la playa entre Wimereux y Ambletousse. Allí pasan la noche con la figura de los pasadores, que son los encargados de controlar al grupo hasta que logran partir con la embarcación. Cada persona paga unos 2.500 euros para poder formar parte de esa tripulación que marcha hacia Inglaterra.
Honar y Lailan con su hija Liva en el campamento de Grande Synthe. Han intentado cruzar el Canal dos veces: en el primer intento la policía les rompió la barca y en el segundo les requisaron (Francia) Foto: Sergi Cámara
Malvivir esperando cruzar hacia el Reino Unido
Otra de las duras realidades son los campamentos de migrantes. Más de 2.000 personas malviven en los distintos campamentos que hay en Calais y Grande-Synthe, en el norte de Francia, mientras esperan para poder cruzar hacia el Reino Unido. Algunas personas lo prueban escondiéndose en camiones que cruzan el túnel del Canal, otros esperan con una barca hinchable.
Imágenes del campamento de Grande-Synthe (Francia) Vídeo: Marc Sanye y Sergi Cámara
Y evidentemente, en muchas ocasiones termina en tragedia. El pasado 24 de noviembre, 27 personas perdieron la vida al intentar llegar a Francia. Algunas organizaciones acusan al gobierno francés de no haber sido lo suficientemente rápidos en el rescate, porque cuando las personas alertaron de que estaban en peligro en medio del mar les dijeron que llamaran al salvamento del Reino Unido. Los ingleses les dijeron lo mismo pero al revés, que llamaran a Francia. Y así se perdieron casi una treintena de vidas.
En el campamento malviven familias, la mayoría procedentes del Kurdistán iraquí. Muchas pasaron por Bielorrusia y relatan los malos tratos sufridos en las diferentes fronteras, como las de Polonia o Lituania. Los niños juegan -entidades como Cruz Roja, Médicos por el Mundo o Care4Calais juegan un gran papel- mientras sueñan con poder llegar al Reino Unido junto con sus familias.
Policías franceses patrullan de noche por la playa de Wimereux en busca de personas que intentan atravesar el Canal de la Mancha en barca Foto: Sergi Cámara
Como no pueden llegar legalmente, tendrán que jugarse la vida en una barca en medio del mar. Saben que el desenlace puede ser terrible. En el cementerio de Calais, a pocos kilómetros del campamento, reposan los cuerpos de algunas de las personas que han perdido la vida en el intento de hacer lo que ellos mismos quieren hacer.