Una de esas joyas que puede haber pasado desapercibida entre la inmensidad de estrenos del pasado diciembre, es Landscapers (Cómo meterse en un jardín), una miniserie de 4 episodios estrenada en HBOmax sin mucha parafernalia, pero que sin hacer mucho ruido ha conquistado la crítica y en el último momento se ha colado en las listas de lo mejor del año (por lo menos así lo ha hecho a la mía).
Landscapers cuenta la historia del matrimonio de Susan y Christopher Edwards, quien a finales de los años 90 asesinó a los padres de ella y los enterró en el jardín, quedando el crimen en secreto durante 15 años, durante los cuales simularon que todavía estaban vivos y estaban en el extranjero. Por último, la pareja fue juzgada y condenada a 25 años de cárcel, llenando durante meses las portadas de los periódicos y la crónica negra británica.
A pesar de la temática, ésta no es una serie policiaca, o true crime como otras muchas, ya que centra la trama en el mundo interior de sus protagonistas, que viven una historia de amor y tragedia muy peculiar, donde los límites de la realidad y la imaginación se difumina en un fantástico cóctel de imágenes, experiencias y recuerdos que poco tienen que ver con una trama criminal tradicional. Y si el punto de vista de la trama no es lo habitual, la cinematografía y puesta en escena son aún más originales.
Lo primero que llama la atención es un tipo de lente que desenfoca los bordes de la pantalla, acentuando la sensación onírica del mundo al que nos invita, acompañada de un uso del color muy simbólico y evidente, o de unas escenografías totalmente teatrales que sólo hacen que poner en evidencia esa irrealidad en la que vive la pareja protagonista. Un mundo en el que nos adentramos desde el primer minuto, un mundo de fantasía y confusión que prioriza el amor, la complicidad y la dependencia del matrimonio, y que se ve roto literalmente por un cuerpo policial que pone muy poca luz en la oscuridad, ya que en todo momento se presentan como personajes externos y caricaturescos que invaden el sueño en el que vivimos, protagonistas y espectadores.
Como era de esperar, las interpretaciones de Olivia Colman (Susan Edwards) y de David Thewlis (Christopher Edwards) son memorables, consiguiendo una emotividad y una conexión entre ellos tan fuerte que traspasa la pantalla, obligándonos a amarlos y compadecerlos de forma estremecedora. Como contrapunto, la pareja de policías, interpretada por Kate Flynn y Samuel Anderson, tienen un tono cómico y artificial que yo he entendido como un intento de presentarlos como extraños, o incluso malos de la historia, pero que en algún momento pueden romper algo el tono general.
En definitiva, Landscapers es una serie diferente, con ese punto de extravagancia y experimentación que la hace destacar entre un montón de historias similares hechas con plantilla y piloto automático. Explica las cosas de forma personal y emotiva, y consigue crear una narración arriesgada, pero coherente. Landscapers atrapa y deja huella en sólo 4 capítulos que crean un mundo de sueños con olor a polvo y de películas antiguas, con una pareja oscura, pero llena de amor que seguro que acabará adorando.
Veredicto
Lo mejor: la originalidad del punto de vista y la cinematografía, con permiso de la
maestría de Olivia Colman.
Lo peor: puede ser difícil de digerir para quien sólo busque un thriller criminal.
Nota: 9