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Fue el 28 de enero de 1996. Ese día la televisión pública de Cataluña emitió el primer capítulo de Nizaga de poder, una serie que hay que reivindicar y recordar por varios motivos. Uno de estos motivos es porque fue elegida como la mejor serie diaria de TV3 según los seguidores de El cinéfilo. El concurso del verano que hicimos vía Twitter en el verano de 2018 dio como ganadora la serie negra de los 90.
Nissaga derrotó en primera ronda a Secretos de familia, venció a Poblenou en la semifinal y acabó imponiéndose por poco a la gran rival del siglo XXI: El corazón de la ciudad.
El vino hace sangre…
Pongámonos en situación. Estamos en los noventa y la televisión pública catalana sólo tiene 13 años de vida. La sobremesa de nuestros hogares ya ha tenido dos series nostrades como Poblenou (1994) y Secrets de família (1995). Ambas habían tenido bastante éxito pero lo que estaba por venir rompería todos los esquemas. La fórmula es muerte y vid.
Josep Maria Benet Jornet ya había sido uno de los hombres detrás de Poblenou y sabía de qué iba el tema. Acompañado de Jordi Galceran y Lluís Arcarazo cambiaron la ciudad de las anteriores series (Barcelona y Gerona) por un ambiente rural. La Cataluña profunda. La intención era clara: homenajear a dos series que lo explotaron en los 80 (Falcon Crest y Dallas) y adaptarlas con tramas propias y personajes adecuados a la realidad catalana. Pero el paso más valiente y celebrado de Nissaga de poder fue el de añadir una componente decididamente negra en la trama, un elemento nuevo en la ficción catalana.
Esta serie ya no va de aventurillas cotidianas de familias medias. Esto no es Gente del barrio. ¡Esto es El padrino! Y sí, porque no podemos tener la mafia más cruel y visceral entre los viñedos del Penedès. ¡Cagundena! Los catalanes también sabemos matar y ser mala gente, ¿no? Aunque muchos digan que los insultos y las palabras soeces suenen más fuertes en castellano. Y los guionistas no se quedaron cortos. En el total de 476 capítulos hubo 32 cadáveres. A un ritmo de un muerto cada 13 capítulos o lo que es lo mismo: un crimen cada dos o tres semanas.
Un elenco mortal
Repasar a los actores de Nissaga de poder es hablar de la actuación catalana en mayúsculas. Los Montsolís son hoy en día actores y actrices de solvencia contrastada. Emma Vilarasau, Jordi Dauder, Jordi Bosch y Palacios, Eduard Farelo, Miquel Sitjar, David Selvas… ¡Y esto es sólo la familia protagonista! También estaba Nina, Lluís Marco, Boris Ruiz, Àlex Casanovas, Eva Santolaria, Rosa Novell… Un auténtico lujo cada tarde después del café y Bona Cocina.
La serie fue todo un atrevimiento en ese momento en que medio país todavía estaba escandalizado porque Sue-Ellen hacía el pendón mientras su marido se estaba muriendo. ¡En Nissaga había incesto! 15 años antes que los Lannister de Juego de Trons. ¡Y en la televisión pública catalana! Y por supuesto, los números de la serie eran espectaculares. La cuota de pantalla fue de 30%, 37% y 42% durante sus tres años de emisión sumando 737.000 espectadores de media en la última temporada. Y era la época del “Somos 6 millones”. Vale que no había Internet, ni smartphones y que la televisión privada apenas empezaba pero son números espectaculares.
¿Por qué se hace una idea de qué significan estos números vamos a compararlo con datos actuales. La última temporada de La Riera (la peor en cuanto a audiencia) tuvo una media de 321.000 espectadores. Como si fuera ayer tuvo el pasado año una audiencia media de 255.000 espectadores y una cuota del 16%. Es decir, a años luz de Nissaga… El fenómeno fue de tal magnitud que se vendieron todo tipo de productos y subproductos relacionados con la serie. El libro, el juego, la banda sonora…
Podríamos repasar tramas, personajes, la decepción del último capítulo y el final poco digno en ese barco a la deriva. ¡Todo ello daría por otro libro! Lo que está claro es que Nissaga de poder rompió moldes. Superó tabúes. Nos puso la muerte de postres. Abrió la puerta a una TV3 desacomplejada que hoy programa realiza series de éxito como Bienvenidos a la familia, Noche y día, Cites o Merlí. Quizás tienen que pasar años para que los insultos en catalán suenan mal pero lo que está claro es que podemos hacer soap operas de gran nivel. Venga, hágase un regalo y recuerde aquellos años con la cancioncilla de entrada entre los viñedos de la Cataluña central.
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