Nos enfrentamos a la última oleada de una marea de variantes de coronavirus que parece interminable, y, para hacerle frente, los expertos en vacunas recomiendan una tercera dosis de refuerzo. Ante esta propuesta, surge la pregunta si estos recordatorios van a durar para siempre. Y lo que dicen los expertos es que no existe una respuesta definitiva.
Desde enero de 2021, han ido surgiendo múltiples variantes del virus. Las formas alfa, beta, gama y delta fueron responsables de nuevas oleadas de infecciones que se fueron convirtiendo en dominantes en distintos lugares del mundo. Cuando llegó la variante delta, se nos informó de que tenía una capacidad de transmisión, una carga viral y una capacidad de reinfección superiores. Y, como tenía capacidad de escapar de la inmunidad natural, se convirtió en la variante globalmente dominante.
La aparición de la variante ómicron del SARS-CoV-2 en las últimas semanas ha vuelto a generar preocupación por todas partes, de nuevo, por la enorme capacidad de contagio y la posibilidad de que se escape de las vacunas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la designó como variante de preocupación (VOC). Òmicron ha transformado la percepción que teníamos de fin de pandemia y genera una nueva discusión sobre la efectividad de la vacunación y la campaña de refuerzo, cuando estamos extenuados de la Covid-19. Pero el virus no entiende de nuestro cansancio.
Comparada con otras variantes, ómicron es bastante diferente. Respecto a ellas, tiene un número excepcionalmente elevado de mutaciones en la proteína espiga, la diana principal de los anticuerpos producidos por inmunización después de infecciones o vacunación. Esto ha llevado a la comunidad científica a investigar hasta qué punto podría socavar las vacunas existentes.
Por el poco tiempo que lleva, la comunidad científica sabe poco sobre el ómicron; la infecciosidad, la reacción que tiene frente a las vacunas y la resistencia a los anticuerpos. Los resultados experimentales de los laboratorios aún tardarán unas semanas en ser publicados. Provisionalmente, sin datos inmunológicos y clínicos concluyentes, apuntan hacia una capacidad deevasión de la inmunidad, transmisión rápida y alta tasa de reinfección.
Por eso se recomienda intensificar los programas de vacunación, incluidas las dosis de refuerzo. Virólogos, inmunólogos y vacunólogos buscan comprender cómo responde el sistema inmunitario frente a las variantes de la Covid-19. En principio, hay bastante apoyo que la tercera dosis podría proteger a muchas personas contra los peores estragos potenciales de la enfermedad durante un período. Inevitablemente, la defensa inmunitaria va menguando a lo largo del tiempo, y de forma más acusada en las personas mayores. Si mantuviéramos los anticuerpos generados en todas las enfermedades pasadas, la sangre no podría fluir demasiado bien. Sin embargo, esta pérdida no comporta que se pierda la memoria antigénica celular.
De entre el abanico de vacunas, hasta ahora se apunta que la respuesta inmune que generan las preparadas a partir de RNA es larga, de seis meses. La maduración de la respuesta inmunitaria -que se aceleraría con una tercera dosis- es recomendable, porque los anticuerpos resultan más capaces de reconocer el objetivo viral, incluso aunque el virus cambie su apariencia, como lo han hecho algunas variantes .
Por ahora, la OMS ha aprobado 29 vacunas, existen 160 en varias fases de ensayo clínico y 8, que han sido rechazadas. Cuanta más diversidad de vacunas haya, mayor habrá. No sólo por defenderse del virus; sino también por los efectos secundarios que puedan provocar. Cuanto menos provoquen, más fácil será por las autoridades de salud pública persuadir a las personas para que reciban refuerzos regulares o esporádicos, si se consideran necesarios.
Últimamente, la Agencia Europea de Medicamentos ha aprobado Novavax, una nueva vacuna contra la Covid-19 que se almacena y transporta a un rango de temperatura de entre 2 y 8 °C. Este punto permite utilizar los canales existentes de suministro de vacunas y las cadenas de frío existentes. Si la distribución de las vacunas disminuye de complejidad, será más fácil vacunar al máximo de los humanos que habitamos en el planeta, dificultando la aparición de nuevas variantes que vuelvan a complicarnos la existencia.
Aunque ómicron nos ha aguado un poco las fiestas de Navidad, gracias a las vacunas, la enfermedad no es tan grave y, pese al aumento de personas afectadas, el número de ingresos en hospital, a intensivos y, sobre todo, de defunciones, ha mermado (ver los gráficos elaborados a partir de datos delAgencia de Salud Pública). Aunque la situación es mejor que hace un año, que aumente el número de personas a intensivos significa que otros enfermos quedan atrás, que hay mayor probabilidad de casos graves en un momento en que el personal sanitario está exhausto. Mantengamos la prudencia; es el tiempo que nos ha tocado vivir.