«Qué marzo del 2020, ¿eh?». «Somos diciembre de 2021». Cualquier usuario de Twitter habrá visto estos días una viñeta de Tintin y el capitán Haddock con esta conversación, que refleja con un punto de humor la resignación por elevolución de la Covid-19. No estamos en marzo de 2020, cuando aterrizó de forma inesperada en Cataluña una pandemia que lo sacudría todo. Han pasado casi dos años, cinco oleadas, y se ha desarrollado en tiempo récord una vacuna que funciona y está evitando miles de muertos. Pero en diciembre de 2021, Cataluña tendrá que pasar otro Navidad con restricciones duras para frenar una nueva ola del virus, la sexta, provocada por la nueva variante ómicron, mucho más transmisible, que escapa parcialmente a la protección de la vacuna y que amenaza con volver a poner en el límite el sistema sanitario.
A partir de este jueves a la medianoche se reactiva el toque de queda de una de la madrugada a seis de la mañana en aquellos municipios de más de 10.000 habitantes con elevadas tasas de incidencia. Esto son, a día de hoy, 125 localidades donde sus ciudadanos no podrán estar en la calle en las horas establecidas. Las encuentros en grupo, habituales en estas fechas navideñas, quedan restringidas a un máximo de diez personas para evitar así grandes brotes. Elocio nocturno, uno de los sectores más castigados por la pandemia, debe cerrar, y se limita a un máximo del 50% el aforo en bares y restaurantes, ya un 70% en la cultura, gimnasios y estadios. El pasaporte Covid sigue vigente en la restauración, gimnasios y residencias. De este modo, el Gobierno confía poder reducir el número de contagios y destensar el sistema.
Las medidas son duras y algunas limitan derechos fundamentales y han tenido que ser avaladas por la justicia. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha ratificado esta mañana las restricciones propuestas por la Generalitat pese a la oposición de la Fiscalía. En un auto de 25 páginas, el tribunal considera que las medidas son «idóneas, necesarias y proporcionales«para frenar la pandemia y evitar un colapso sanitario que la sala apunta a que podría llegar este mismo mes de enero. El TSJC, a diferencia del ministerio público, considera justificadas las restricciones del Govern y concluye que el toque de queda y las limitaciones a los encuentros podrían ayudar a «reducir diez veces» el impacto de la nueva variante.
El impacto de las restricciones, que estarán en vigor durante un mínimo de dos semanas, tardará unos días en verse. Por ahora, Catalunya notifica más de 10.000 contagios diarios. Hoy mismo se han registrado 13.368, un nuevo récord de la pandemia. A diferencia de oleadas anteriores, este elevado número de casos positivo no se traduce en un fuerte incremento de ingresos hospitalarios gracias a la vacunación, pero, aunque sea de forma más lenta, los hospitales se van llenando. En las últimas 24 horas han ingresado otras 18 personas, y la cifra total ya es de 1.344 pacientes por cóvido. Las UCI también se van llenando y ya hay 356 pacientes críticos, 13 de ellos en las últimas horas. En los CAP, puerta de entrada de muchos enfermos, la tensión también ha ido a más en las últimas semanas.
La batería de restricciones ha provocado críticas al ejecutivo de Pedro Aragonés, tanto por la poca concreción a la hora de explicar el efecto de cada una de las medidas aplicadas como para que, dos años después, no se haya reforzado suficientemente la atención primaria y el sistema hospitalario para poder hacer frente a crecimientos de contagios. La CUP, por ejemplo, ha lamentado estos últimos días que las restricciones «pivoten sobre la responsabilidad individual» y no vayan acompañadas de un «rescate social«, que pase por dar ayudas a los sectores más afectados, garantizar tests para todos o permitir bajas laborales a las familias que deben cuidar de hijos confinados. El Gobierno ha exigido al Estado que los fondos cóvido se mantengan en 2022, pero el gobierno español todavía no lo ha confirmado.
Cataluña se queda sola
Las restricciones duras que se ven en Cataluña no se han traducido al resto de territorios del Estado a pesar de las demandas de Aragonés. En la conferencia de presidentes autonómicos del miércoles, el presidente de la Generalitat exigió limitar la movilidad y la interacción social también en el Estado y se topó de lleno con las reticencias de la Moncloa y del resto de presidentes autonómicos. El gobierno español se ha limitado a volver a hacer obligatoria la mascarilla en el exterior, una medida en que todos los expertos coinciden en que tiene poco impacto a la hora de reducir contagios, pero descarta restricciones más fuertes. La pandemia -a diferencia de marzo de 2020- no afecta a todos los territorios por igual, y cada autonomía ha decidido gestionarlo de manera diferente. Madrid, con la asistencia primaria desbordada, no adoptó medidas.
Hasta hace pocas semanas, el propio Govern creía que no haría falta nuevas restricciones y confiaba en el certificado Covid y en la vacunación para reconducir la situación. La aparición de la variante ómicron lo ha cambiado todo y ha obligado a tomar medidas e intensificar la administración de terceras dosis, que refuerzan la protección frente a la nueva cepa del virus. Esta semana, los mayores de 50 años ya pueden pedir cita, y en los próximos días podrán hacerlo también los mayores de 40. En todo caso, Cataluña encara la segunda Navidad con restricciones severas. La situación no es la misma que hace dos años, así lo indican las cifras de fallecidos y pacientes graves, y la vacuna funciona. Pero la pandemia aún no ha terminado, y ya estamos en diciembre de 2021.