En Joséun ganadero de Osona, se está vendiendo vacas para pagar facturas. Al precio bajo que le pagan la lecheahora se han sumado más costes, como la subida del pienso, del precio del gasóleo o de la electricidad. Por todo ello, debe enviar a sacrificar aquellas vacas menos productivas. «La situación es crítica», explica el labrador -que prefiere quedar en el anonimato-, mientras detalla que «con lo que se gana actualmente, se puede pagar el pienso, la luz, el gasóleo y para de contar».
Y su caso no es el único. Tanto Vaqueros Plana de Vic -que agrupa a las cooperativas Plana de Vic y Vaquers de Osona-, como JARC (Asociación de Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Cataluña) confirman que cada vez se están sacrificando más animales. Desde Vaqueros Plana de Vic, Daniel Bassas apunta que hay ganaderos que tienen capacidad para aguantar esta embestida de la subida de precios, pero algunos deben optar por el sacrificio de los animales.
Por su parte, Roser Serret, jefe de la sectorial del vacuno de leche de JARC, apunta que la situación es insostenible. «Las industrias han ido renovando los precios pero son los mismos que antes de la escalada de precios», explica. A todo esto, si suma el hecho de que es un sector que no puede parar de producir, es decir, la vaca que da leche, seguirá dando. «No se puede producir a estos precios y deben sacrificarse animales«, denuncia Serret, mientras apunta que esta sacudida afecta a explotaciones de todos los tamaños: «Le cuesta lo mismo a una grande que a la más pequeña».
Lo que lo vive día sí día también es Joaquim Muntadastransportista de ganado vacuno hacia el matadero, que trabaja principalmente en Osona. Tal y como declara a este diario, en lo que va de año el trabajo ha aumentado considerablemente. Apunta que actualmente se sacrifica un 30% más de vacas que antes.
Josep, que trabaja con su hermano Pere, que está medio jubilado, tiene una explotación de unas 135 vacas, 70 de las cuales son productoras de leche. «Las vacas debían ser la hucha para la jubilación y servirán para secar las deudas cuando plegamos», lamenta el campesino, remarcando que además de pagar pienso y electricidad, hay que pagar otros empresas de servicio.
Sacrificar vacas por los precios, nunca visto
Sacrificar las vacas menos productivas (una cojera crónica o una infertilidad) en este tipo de explotaciones ganaderas es habitual. Ahora bien, la criba cada vez es más pequeña. «¡Lo de matar vacas por los precios nunca lo había visto!», exclama el ganadero, detallando que han llegado a sacrificar a aquellas que tienen una producción de entre 25 y 30 litros, algo impensable unos meses atrás.
«Si no está haciendo más de 27 litros de leche al día, el animal no se está pagando ni la comida«, dice Serret, mientras subraya que la alimentación representa el 60% del gasto de la explotación.
En caso de Josep, desde principios de este 2022, han tenido queenviar a sacrificar una veintenamientras que habitualmente eran un par cada mes aproximadamente.
Paralelamente, ahora la carne de vaca se está vendiendo a un buen preciolo que, según Bassas, da alas a «la desesperación» de algunos de estos ganaderos.
El precio de la leche, la esca del pecado
Además del aumento de costes y la falta de relevo, Josep plegará pronto principalmente por el precio de la leche. Nos cuenta que al terminar los estudios, su padre le dijo que se quedara ayudar en casa. «Lo del precio de la leche algún día se arreglará, no puede que dure toda la vida», le argumentaba. Y cuarenta años después sigue prácticamente igual. «Para fijar el precio de la leche, antes se peleaban con las centrales lecheras y ahora con las distribuidoras», explica. Desde principios de año, ha tenido que enviar a sacrificar una veintena de vacas, mientras que habitualmente enviaba un par cada mes
«Si el precio de la leche fuese bien», quizá aguantarían «un par de años más», explica, pero si dentro de dos meses no cambia la cosa, bajan la persiana. Para el ganadero, deberían cubrir al menos los costes de producción, es decir, que se subiera entre 8 y 10 céntimos. «Si no hay una bajada de precios antes del verano, plegamos», añade. «No queremos aguantar más. Esto cansa. Es un mal vivir. No duermes por las noches pensando en quién debes pagar», confiesa el campesino que se ha dedicado toda una vida al sector lechero. El año pasado producir un litro de leche costaba 35 céntimos, mientras que actualmente se ha encaramado hasta los 42.
No habrá vuelta atrás: nos quedaremos sin leche
Y todos los entrevistados alertan del problema irreversible. «Si vamos eliminando vacas, nos quedaremos sin leche«, dice Bassas, mientras remarca que cuando se elimina cabaña, «se tarda mucho en restablecer los niveles de antes».
Josep dando comida a las vacas. Foto: Adrià Costa.
Además, aquellas explotaciones que cierran difícilmente volverán a abrir porque la inversión es demasiado alta. «No hay ningún ganadero que haya parado y haya vuelto a empezar», explica Serret. En este sentido, reitera que la sociedad no es consciente de la gravedad de la cuestión y todo lo que supone perder una explotación que se cuida del territorio.
Hay demanda de leche
Pese a esta situación desesperante en el sector, falta leche y todo apunta a que habrá problemas de suministro. Por tanto, no todo está perdido porque hay demanda. En éste, tal y como explica Bassas, actualmente existe más margen de negociación. De hecho, ahora desde estas cooperativas se está exportando más a Italia porque reciben mejores tratos que los distribuidores de aquí.
«El mercado les está poniendo en su sitio porque falta leche«, apunta Bassas, mientras remarca que pueden hacer más presión para que haya contratos con cara y ojos. Sin embargo, actualmente todavía no hay contratos sobre la mesa, algo que va «totalmente en contra la lley de la cadena alimentaria«.
Una industria propia de los vaqueros
Hasta ahora han ido saliendo iniciativas que han dado salida a una pequeña parte de la producción de algunos de los lecheros. Es el caso de la leche Tierra y Cata de Buen Precio o el queso Territorio de Mas el Garet. Sin embargo, el campesino lo ve insuficiente porque le destinan «pocos litros» de la cantidad que se llega a generar.
Por eso, considera que para que el sector tenga futuro, los vaqueros deberían tener industria propia y poder envasar al menos la mitad de la leche con una «marca propia». «Depender de la industria nos mata», concluye.