El capitalismo está en las últimas y la pandemia tan sólo ha acelerado un cambio de modelo social que se caracterizará por una masiva concentración de capital y una mayor desigualdad. Hablar de economías nacionales no dejará de tener sentido y la democracia puede ser cosa del pasado antes de lo que pensamos. Así ve el panorama Santiago Niño Becerra, que ha publicado Futuro, ¿qué futuro? (Pórtico).
Doctor en economíacatedrático emérito de la Universidad Ramon Llull, Niño Becerra suele tener opiniones heterodoxas y, a veces, acierta plenamente, como cuando auguró la profundidad de la crisis en su libro El crash de 2010. Se ha atrevido a poner fecha de caducidad al sistema capitalista, que según ha dicho, pasará a mejor vida en el 2065. Lo que no quiere decir que la vida de los que se lo encuentren sea mejor.
– Dibuja un futuro distópico.
– Yo creo que no. Un futuro distópico sería Black Mirror. Imaginemos que estamos hablando en 1785, que somos dos aristócratas en un jardín, con una copa de borgoña, y que estamos comentando que hay una gente que fabrica manufacturas y que quiere cargarse la monarquía porque dicen que quieren libertades. Pues es lo que sucedió. Yo creo que es un tema de evolución. El modelo vigente hasta ahora, individualista, basado en la competencia, está dando lugar a otro modelo, de grandes corporaciones y oligopolios, y de bajón del Estado.
– Asegura que ya podemos despedirnos de la idea de un trabajo para la mayoría.
– Esto ya empezó en los años 80. En el nuevo modelo el gran protagonista será la tecnología, pero no ya la tecnología productiva, sino a nivel biológico, neuronal. Ahora mismo, por cada puesto de trabajo que crea la tecnología se destruyen siete. Quizás se generarán algunos sitios nuevos hasta que la tecnología se abarate más. En los Juegos de Invierno de Pekín, los camareros ya eran robots. Puede decirse que era un espectáculo, pero en pocos años será así. En Estocolmo, hace tiempo que en un hospital los medicamentos los reparten unos robots. Diría que incluso la tecnología se está frenando porque todavía es muy cara y el precio de la mano de obra ha descendido.
«Para garantizar la paz social habrá renta básica, marihuana legal y ocio casi gratuito»
– ¿Y qué va a pasar con la gente?
– Hace diez años, cuando se hablaba de la renta básica, te miraban como si estuvieras loco. Ahora forma parte ya de la centralidad del debate. Los salarios están descendiendo. En términos reales, el salario medio en Estados Unidos está en el mismo nivel de los años 70. Cada vez hay más desigualdad. La pobreza está aumentando. No la pobreza severa, pero sí la pobreza. Yo hablo de un trinomio social: renta básica, marihuana legal -que se está legalizando y sabemos que es un calmante- y ocio casi gratuito, para cubrir el tiempo libre que tendrá la gente.
Santiago Niño-Becerra. Foto: Adrià Costa
– ¿Pero esto obedece a algún plan?
– No. No es que detrás de esto haya una mente perversa o un factor ideológico, no, lo que ocurre es que la propia evolución está llevando a una situación en la que las horas de trabajo cada vez serán menos. Algo parecido, no igual, ocurrió a mediados del siglo XIX, con la máquina de vapor. Entre 1860 y 1915, 50 millones de europeos emigraron a América. Lo que ocurre es que ahora la gente no puede emigrar a Marte. Hay países cuya superpoblación no sé cómo se podrá resolver. Pienso ahora en el África del sur, donde el 40% de la población tiene menos de 25 años. Creo que a largo plazo habrá un control demográfico.
– ¿Qué pasará con las personas?
– Sí, por supuesto. En el libro lo digo, que dejarán de ser económicamente necesarias. La inmensa mayoría de la población obtiene su renta de su salario o del producto de su trabajo si es autónomo. Si la demanda de trabajo es cada vez más baja, se incrementará el subempleo y, al mismo tiempo, habrá un excedente de mano de obra. Las personas serán cada vez menos necesarias desde el punto de vista productivo.
– ¿Qué implicaciones políticas y sociales tendrá esto?
– Por eso mencionaba lo del trinomio social. ¿Cómo se pagó la paz social después de la Segunda Guerra Mundial? Con democracia y modelos de protección social. Esto funcionó durante una serie de años. Ahora es mucho más barato comprar la paz social por los sistemas de control de la población a través de mecanismos electrónicos. Al final del libro, hay una cita de la película Don’t Look Up, en la que un empresario le dice a un astrónomo: «De usted yo tengo cuatro millones de datos. Y le puedo decir cuándo le aparecerá un tumor en el colon». Ante esto…
– ¿Cómo se imagina el futuro de la democracia?
– ¿Quién inventó la democracia? La burguesía. Después de la Revolución Francesa y la época napoleónica, la burguesía hizo unos pactos con la monarquía y supo dar una salida a la gente. Y creó el nacionalismo, que es una creación de la burguesía alemana en el siglo XIX. La monarquía va perdiendo su poder hasta retener sólo un poder representativo. Se fue bajando el cupo de renta para entrar en los parlamentos y después de la Primera Guerra Mundial, y sobre todo de la segunda, los sectores populares van entrando en los parlamentos. Pero yo creo que la democracia que hemos conocido tiene en los años contados.
«Futur, ¿qué futuro?» es el último libro de Santiago Niño-Becerra. Foto: Adrià Costa
– Asegura que el capitalismo ha agotado la razón de su existencia.
– Cuando deja de ser necesario. Esto es muy marxista pero, en algunas cosas, Marx estaba en lo cierto. El feudalismo fue implantado por Carlomagno por necesidad en el siglo VIII. Necesitaba gente para dirigir su imperio y designó a unos nobles para dirigir los diversos territorios. Cuando los normandos invaden Inglaterra, importan el feudalismo. Pero los señores no podían ser propietarios de sus tierras, que en teoría provenían de Dios y del rey, hasta que el 15 de junio de 1215 hacen firmar la Magna Carta al rey Juan de Inglaterra. Los señores ya podían dejar sus tierras a sus hijos. Creo que en ese momento empieza a morir el feudalismo. Y, ya en el siglo XV, desaparece. El capitalismo nació porque la burguesía tenía dinero y necesitaba unas libertades para invertir. Los trajes eran carísimos y hacía falta tecnología para bajar los precios. Hacía falta un derecho potente que garantizara la propiedad privada…
– ¿Ahora ya no es necesario?
– Lo que ocurre ahora es que la tecnología ha evolucionado mucho y cada vez se requieren cantidades más ingentes de capital y el esquema ya no funciona. Es cada vez más habitual el crecimiento de las compañías a partir de la absorción de otras. En el sector farmacéutico, existen cuatro grandes compañías. La esencia del capitalismo está desapareciendo.
«Ahora es mucho más barato comprar la paz social que después de la Segunda Guerra Mundial, por los sistemas de control de la población»
– ¿La noticia de que Elon Musk se apodera de Twitter es una señal relevante?
– Esto es muy interesante. El sentido de esta compra tardaremos todavía unos meses en verlo. Forma parte de ese proceso de concentración. Ha comprado una red social pero no cualquiera. Tiene un nivel de usuarios bajo, de unos 300 millones. La gran diferencia con otras redes es que en Twitter hay mucha gente influyente. Tiene la herramienta de las cuentas verificadas que se utilizan como fuente. Veremos con quien comparte la idea. Algo que puede hacer es una limpieza y permanecer sólo con la gente influyente. Si esto ocurre, Twitter puede convertirse en un lobby. Yo estoy en Twitter y quizás mañana recibo un mensaje que dice que ya no es necesario que esté. Esto puede tener muchas implicaciones de poder.
– ¿Cómo afectará todo ello a la economía española?
– La economía española no existe. Las economías de los países ya no existen. Mucho hablar de economía alemana, pero al final son cuatro landers -Hamburgo, Baviera, Baden-Württemberg y Hesse- quienes mantienen la economía alemana, al oeste. En Berlín, la mayoría de la población recibe ayudas sociales. En Francia, hay una zona llamada Ile de France. En Bélgica, están Flandes. La economía cada vez pivota más en torno a la idea de zona, de cluster. Esto también está vinculado a la fragilidad del Estado. Piense que los países de la zona euro hemos traspasado nuestra soberanía monetaria al Banco Central Europeo. Esto sería distópico si nos lo hubieran dicho hace un tiempo.
Santiago Niño-Becerra en Vilassar de Mar. Foto: Adrià Costa
– ¿Pero cómo ve la economía española en relación al resto de las europeas?
– Es especialmente preocupante. La suma de turismo, hostelería, ocio, restauración y transporte es más del 25% del PIB. Si a esto le añadimos el 10% del PIB que es automóvil y algo más de rehabilitación de vivienda y construcción, vemos que España lo tiene muy jodido. Ahora, si me pregunta por el polígono industrial de Zamudio en Vizcaya, esto muy bien. Yo, de las escenas más impactantes que recuerdo de mi vida, es de cuando quise conocer a un tío, hermano de mi madre, que vivía en Cáceres y no quería viajar nunca. Un día cogí la moto y me fui. Pasé por Madrid, por Ávila y entré en Extremadura por la sierra de Gredos. Detuve la moto y, contemplando esos campos de cereal y cómo lo recogían, pensé: estamos en el siglo XVII. Las diferencias existentes son bestiales. En Francia también, pero no tanto.
«La suma de turismo, hostelería, ocio, restauración y transporte es más del 25% del PIB, España lo tiene muy jodido»
– ¿Quiere añadir algo sobre la guerra en Ucrania?
– En el libro no hablo porque cuando el primer soldado ruso cruzó la frontera, el libro salía de imprenta. Para mí, dejando a un lado la tragedia humana que representa, es un punto más en el proceso de cambio del orden internacional que se está produciendo desde el año 2001. En 1991, desapareció la URSS, Estados Unidos se convirtieron en el líder indiscutible y China era una potencia de segundo orden. Esto funciona como un reloj hasta 2001, cuando China entró en la Organización Mundial del Comercio.
– ¿Fue un hecho trascendental?
– Si porque a partir de ahí va ganando un poder inmenso para que la convertimos, fíjese que digo que la convertimos, en la fábrica del mundo. Va acumulando capital y conocimientos. Recuerdo cómo me impresionó un día, estando en Kenia, que todas las motoritas eran chinas. La economía rusa se hundió pero con el señor Putin se va rehaciendo. Y renovó el arsenal militar. Mientras que Estados Unidos se va deteniendo. Y en esto se produce la guerra en Ucrania. Europa será la gran perdedora de la guerra, reducida a ser una seguidora de EEUU, que seguirá enganchado a su dólar. China está que se sale.