«Estuve trabajando con el CNI hasta el día de mi detención. Trabajé con ellos para intentar arreglar el lío del famoso atentado del imán de Ripoll, que fue un grave error del señor Sanz Roldán, que calculó mal las consecuencias de darle un pequeño susto a Catalunya». De forma inesperada y prácticamente de paso, el excomisario José Manuel Villarejo ha soltado alAudiencia Nacional esta afirmación, que sitúa al CNI y quien fue director, Félix Sanz Roldán, detrás de los atentados de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017. Villarejo no ha acreditado con pruebas estas afirmaciones, pero hasta ahora tampoco ha habido una voluntad real -ni política ni judicial- de esclarecer todos los enigmas que todavía sobrevuelan los atentados.
Por ahora, no está demostrado que el CNI impulsara o promoviera el atentado para hacer un «pequeño susto» en Catalunya, como dice Villarejo. No hay ninguna investigación judicial, política –no ha habido interés en hacerla– o periodística que lo acredite hasta el extremo que plantea el comisario jubilado. El CNI no desclasificará la información sobre los hechos, elimán de Ripoll murió en Alcanar en las horas previas al atentado y los principales miembros de la célula fueron abatidos por los Mossos. La Audiencia Nacional, que condenó a tres de los terroristas apenas de hasta 53 años de cárcel, bloqueó cualquier intento de las acusaciones de ir al fondo de los hechos y los grandes partidos españoles han vetado cualquier investigación en el Congreso. Aún hay muchas preguntas que no tienen una respuesta clara y las palabras de Villarejo refuerzan de nuevo todas las teorías y argumentos que huyen de la verdad oficial que dictó la justicia española.
En los tribunales, el juicio del 17-A dejó de lado aquellos aspectos más espinosos, como la relación del CNI con Abdelbaki Se Satty o el papel del Estado en los atentados. El magistrado Alfonso Guevara se encargó de parar los pies a los abogados de las víctimas y en su sentencia, de más de 1.000 páginas, se evita cualquier referencia a algunos de los puntos más oscuros. Uno de los abogados en la causa, Jaume Alonso Cuevillas, siempre ha dicho que no se ha querido saber toda la verdad de esos hechos. «En todos los recursos que presentamos pedían líneas de investigación sobre la relación del CNI con Es Satty, pero todas se rechazaron. Tocamos hierro», apunta Cuevillas en declaraciones a NaciónDigital. Por ahora, existe una sentencia en primera instancia pendiente de recurso, y no se descarta abrir frentes internacionales.
En clave política, tampoco ha habido ningún interés por abrir una comisión de investigación en el Congreso. El PP y el PSOE siempre la han vetado, pese a la insistencia de los partidos independentistas. Con las palabras del excomisario, se ha activado una nueva oleada de indignación, con varias peticiones de comparecencia y para abrir investigaciones para ir hasta el fondo del caso. «Si las palabras de Villarejo son ciertas, son necesarias explicaciones ya», ha dicho el presidente de la Generalitat, Pedro Aragonés. Los principales partidos españoles e instituciones del Estado como la Fiscalía mantienen el silencio y nada hace pensar que se abra ninguna investigación para analizar lo que hay de cierto en las afirmaciones de Villarejo, pese a que el Gobierno ya prepara acciones legales.
Tampoco ninguna investigación periodística ha corroborado que el CNI estuviera detrás de los atentados, si bien diarios como Público o El País revelaron la relación entre los servicios secretos y el imán de Ripoll, considerado el cerebro del ataque y responsable de radicalizar a los jóvenes que integraban la célula. Según estas informaciones, Es Satty fue confidente de los servicios secretos, con quien tuvo varios contactos cuando estaba en la prisión de Castellón por tráfico de drogas. Otra de las dudas que sobrevuelan la causa son los motivos por los que el imán no fue expulsado a Marruecos y se le dio un permiso de residencia de larga duración en España con el visto bueno de la abogacía del Estado.
Guerra abierta con Sanz Roldán
Es relevante también contextualizar las palabras del ex comisario, que ha hecho estas afirmaciones como acusado en un juicio en el que se enfrenta a 109 años de cárcel y en plena guerra con el ex director del CNI, a quien ha señalado directamente de ser el responsable del «error» que supuso el 17-A. A lo largo de su declaración, que comenzó el lunes, Villarejo -que se defiende a sí mismo- ha soltado varias afirmaciones, a menudo carentes de concreciones y con poca prueba. Ha dicho, por ejemplo, que los distintos gobiernos españoles dieron cobertura legal a sus empresas, que Mariano Rajoy y Jorge Fernández Díaz tenían constancia de su actividades de espionaje o que eloperación Cataluña era un montaje para frenar el independentismo.
El excomisario tiene una guerra abierta con quien fue director del CNI entre los años 2009 y 2019, Félix Sanz Roldán, que impulsó un procedimiento penal contra Villarejo por los delitos de calumnias e injurias, y salió absuelto. En ese juicio, de hecho, el excomisario ya habló del papel del CNI en los atentados de 2017 y dijo que los servicios de inteligencia que dirigía Sanz Roldán no habían dado credibilidad a una fuente que avisaba de que habría un atentado en Barcelona. En otras palabras, el CNI no hizo lo suficiente para evitar que existiera la tragedia de la Rambla. Ese día, Villarejo no fue más allá. Hoy dijo directamente que el CNI estaba detrás del atentado, que le promovió.
Las palabras del excomisario, que en el juicio se presenta como una víctima de las propias cloacas del Estado que él utilizó, adquieren mayor importancia gracias a la respuesta oficial que se ha dado a aquellos hechos. La negativa de investigar estas cuestiones en el juicio del 17-A, el silencio del CNI y el nulo interés de los grandes partidos del Estado por impulsar una comisión de investigación en el Congreso son el caldo de cultivo ideal para reforzar algunas dudas que desde el principio han rodeado los hechos del verano de 2017. Villarejo no tiene pruebas -o si las tiene no las ha hecho públicas- pero hasta ahora el Estado no ha querido resolver algunos enigmas que sobrevuelan el caso y ha querido cerrar la carpeta sin responder a las principales preguntas.